«No sé a quién le ha dado la manía de repetir que vendo mi casa. No es verdad. Estoy encantada aquí y no tengo intención de vender o cambiar», ha declarado Isabel Preysler, que sale al paso así de los rumores que apuntaban a que vendía por nueve millones de euros su residencia de Villa Meona, situada en Puerta de Hierro, como decíamos la semana pasada en Hola Rosa.
Isabel no tiene en mente vender su casa, sino todo lo contrario. Desvela que está acondicionando y decorando la zona de la mansión que ocupará el escritor cuando regrese a Madrid desde Nueva York para terminar de escribir junto a ella su novela con más contenido erótico: Cinco esquinas.
La novia de Mario Vargas Llosa ha realizado obras en Villa Meona, para arreglar la calefacción y el aire acondicionado. Además ha preparado una biblioteca con ejemplares que el escritor adora y una enorme suite como despacho con sala para recibir, además de un baño en suite y una mesa para una secretaria, incluyendo su propio despacho. En esta última sorpresa en donde Isabel ha puesto más amor. Las paredes están forradas de tela, muy sobrias, y las cortinas van a juego. Además, cuenta con un par de ordenadores, de esos que tienen una manzana mordida, un escáner, una impresora, un fax, incluso una centralita completamente independiente de cuatro líneas, todo un detalle de Isabel para su novio.
